Hola, compartimos con vosotras y vosotros el enlace que ha publicado Txantxalan sobre la jornada del 28 de enero en Burgui porque todos estamos en el mismo barco. Tratar de hacer visible el problema de despoblación que vive el Pirineo.
https://txantxalan.wordpress.com
También nos hacemos eco del artículo de opinión que publicó Txus Iribarren en el Diario de Noticias el 28 de enero de 2017
La vida a 221 curvas de Iruña
La cosa va de tiempo y de espacio. Pero no es una fórmula fácil.
Recientemente se lanzó una original campaña que pedía a los políticos
que pensaran aunque fuera “cinco minutos” en el Pirineo antes de aprobar
una ley. Hoy sábado, en una pequeña localidad del Roncal situada a 221
curvas de Pamplona, agentes sociales, habitantes, emprendedores de otras
zonas y autoridades locales y autonómicas dedicarán algo más que eso,
casi cuatro horas, a reflexionar sobre alternativas de desarrollo para
el Pirineo en una jornada para aprender y emprender en el medio rural.
Se trata de poder vivir y trabajar no solo 5 minutos ni 4 horas, sino
365 días al año en los pueblos de estos valles, entre montañas y ríos,
que tienen el riesgo de convertirse en postales vacías o parques
temáticos del ocio del fin de semana. Porque el tiempo aquí también
juega en contra. El reloj del despoblamiento y de la fractura
generacional ya se puso en marcha hace décadas. Aunque por suerte el
tiempo en estos pueblos, corre de otra manera. Más despacio. Con otro
ritmo. Dejando espacio para las cosas importantes, que para cada uno son
distintas. Yo cuento en magdalenas los días que faltan cada semana para
volver a oler a leña. Dos por día. Magdalenas hechas en el horno de
Jano -y ahora también de su hijo-, uno de los muchos héroes anónimos de
la Montaña navarra que hacen que cada día un pueblo siga vivo cuando
amanece y prende el horno. Lo mismo que cuando Borro, el de la tienda,
sube la persiana; o en el momento en el que los del Zati encienden la
cafetera; o Petrotx, monologuista rural digno de El Club de la Comedia,
tira una caña… O cuando amasan el primer queso Larra del día o cortan la
primera tabla en la serrería, allá junto al río en un polígono casi
fantasma…; o cuando llegan los huéspedes al hotel y la casa rural, se
inicia una nueva obra, sale el ganado a la landa o arrancan una
motosierra… Modos de vida para vivir. Y no sólo en Burgui, porque en
cada pueblo de Aezkoa, Roncal, Salazar, Arce, Erro… se repite este
pequeño milagro cada jornada. Pero la gente de estos valles ha decidido
pasar de la resistencia a la actuación, de pedir a proponer, del
pesimismo a la ilusión. Hay personas, hay ideas, hay ganas, hay futuro… Y
ahora le toca a la Administración canalizar este empuje. Y para ello
hay que tratar diferente a los diferentes, la discriminación positiva
tantas veces necesaria, para garantizar también en el Pirineo la
igualdad de oportunidades.
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